martes, 30 de marzo de 2010

Cocleación de Chema

Un beso antes de empezar a todo el mundo. Trataré de no ser muy pesado, este relato será una especie de deja vu para los ya cocleados pero espero que aporte un granito más de información a los futuribles que todavía han de pasar por el quirófano.
El miércoles día 24 de los corrientes, a eso de las seis y media de la tarde, tomaba posesión de mi media habitación en la planta 10 del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, la otra media estaba ocupada por un saladísimo chaval de 15 años al que iban a colocar unos drenajes para expulsar mucosa del oído medio y que le hacía trampas a su madre sin ningún pudor cuando jugaban a las cartas, jajaja.
Casi sin tiempo para ponernos el uniforme azul de la SS, pasaron a tomarnos la tensión y la temperatura por primera vez, algo que se repitió varias veces al día durante la estancia en el hospital. La tarde se completó con cena y tiempo libre, no sin que me colocaran una vía para el día siguiente y de que me advirtieran de que después de las 12 no tomara ni agua, ¿quién dijo aquello de que al enemigo ni agua?[leer más...]

El jueves día 25, poco después de las siete de la mañana, nueva toma de tensión y temperatura y como la operación estaba fijada para las ocho y media, aproveché para darme una ducha. Y con puntualidad inglesa, a las ocho y media vinieron a buscarme para darme el primer paseo, el cual, luego de varias paradas, conducía inexorablemente al quirófano. Después de varias preguntas, algunas hechas por quinta o sexta vez ese mismo día, sobre patologías, alergias, peso, etc.., sin previo aviso me colocaron la anestesia y ahí acabo todo para mí y empezó para el equipo quirúrgico comandado por el doctor Vallés. Era la primera vez que pasaba por un quirófano, por tanto la primera vez que me sometía a anestesia general y he de decir que no encuentro nada más parecido a un robo temporal. Es como si mediante un interruptor hubiese pasado, de forma instantánea, del momento en que me pusieron la anestesia al momento en el que me sacaban del quirófano o de la sala anexa al mismo en que dejan que los pacientes se vayan despertando.
De la operación, por tanto, no puedo contar nada, fueron cuatro horas incluyéndolo todo y sé, porque me lo ha contado Arancha, que hacia las diez y media llamaron a la habitación, algo que estaba previsto de antemano, para comunicar que todo iba bien. Y sé, también porque me lo han contado, que hacia las doce y media llamaron para advertir que todo había terminado. Arancha y mis dos hermanas bajaron para hablar entonces con el doctor Vallés, quien dijo estar muy satisfecho del resultado de la operación y esperanzado con las previsiones futuras del implante.
Como sabéis, el implante que me han colocado en de la casa MED-EL, y en la intervención estuvo presente uno de sus representantes, Víctor, al que no tuve el gusto de conocer, y que era el encargado de hacer las primera pruebas a los electrodos una vez insertada la guía en la cóclea. A través de MJ, gracias de nuevo, supe que estas pruebas habían arrojado resultados positivos. Sus palabras valen más que las mías:
La guía de electrodos se insertó profundamente. La telemetría perfecta. Todos los canales activos.
El implante quedó fijado mediante sutura y con un buen lecho según me comentó ayer mi compañero. El Dr. Vallés hizo un trabajo excelente.
Una vez en la habitación de nuevo, empezó para mí un pequeño calvario, sin exagerar y sin ánimo de asustar, debido al vendaje que rodeaba mi linda cabecita. Este vendaje ya era bastante compresivo en todas sus zonas pero en la correspondiente al orejo implantado era como llevar puesto un torno presionando la cabeza. Estaba incomodísimo y no encontraba postura humana medianamente cómoda.
Lo demás, con esa incomodidad de fondo, fue una estancia de tres días de hospital con goteros para los mareos, para el dolor, para las náuseas, algo de corticoide, etc.., administrados de forma regular y con un par de paseos más, a la consulta de otorrino y a la radiografía de rigor para controlar el estado del bicho. Ni que decir tiene que estos paseos eran totalmente gratuitos, jajaja, me sentía como un reyezuelo transportado por sus esclavos.
El domingo día 28, hacia las seis de la tarde y tras una cura y cambio de vendaje que me relajó hasta llegar casi al orgasmo, nos dieron el alta y nos fuimos al bar de enfrente a tomar un cafecito que me supo a gloria a pesar de tener todavía el sentido del gusto algo averiado. Y aquí estoy, en casita, escribiendo este ladrillo y esperando a mañana miércoles que tengo que ir a que me quiten las grapas, no me pusieron puntos. Arancha, que además de ser una secre competente es médico, me cura cada día la herida con material que mi hermana, enfermera en el hospital de Calatayud, le dejo preparadico.
En fin, y eso es todo, sólo me resta decir que a pesar de estar incómodo y dolorido no tengo más que palabras de agradecimiento para todo el personal de la planta 10 del hospital, porque su trato fue magnífico, en lo personal y en lo profesional.
ZARAGOZA 30 DE MARZO DE 2010